viernes, 4 de octubre de 2013

ÚLTIMOS HABLANTES (I): CÓRNICO Y MANÉS



INTRODUCCIÓN 


A menudo utilizamos la expresión “lenguas muertas” para referirnos a los idiomas que no se hablan en la actualidad pero de los que tenemos constancia, por documentos escritos y en algunos casos sonoros de que alguna vez se hablaron. Pero una lengua ha podido dejar de hablarse por dos supuestos completamente distintos: 

- Porque ha cambiado con el paso del tiempo de tal forma que ha dado lugar a la formación de otras lenguas distintas. Sería el caso del latín, el sánscrito o el griego clásico. 

- Porque ha ido perdiendo hablantes hasta que ha desaparecido el último conocido y, con él, la lengua en cuestión. 

Las lenguas del primer caso en realidad no han “muerto”, no han dejado de hablarse porque desaparecieran, sino porque han evolucionado de tal forma que los hablantes actuales de los resultados de sus evoluciones no entienden el estadio antiguo al que se califica como “lengua muerta”. Pero no tienen fecha de defunción. No hay un día concreto de un año concreto en que se dejara de hablar latín para empezar a hablar castellano, francés, catalán o italiano. No hay tampoco una fecha para señalar la “muerte” del griego clásico y el “nacimiento” del griego moderno. Tanto en un caso como en el otro lo que ha habido es, simplemente, un cambio constante de la lengua, una evolución que ha llevado, en un mayor o menor lapso de tiempo, a la incomprensión del texto antiguo que sirve de testimonio del estadio anterior de la lengua. Por razones históricas y políticas a la lengua que se habla en Grecia se le sigue llamando griego, a pesar de que, sin una preparación académica adecuada, una ciudadana griega actual tendría los mismos problemas para leer directamente a Aristóteles que un ciudadano español para leer a Séneca. Sin embargo a las distintas evoluciones del latín se las conoce con los distintos etnónimos de los países donde se hablan o donde se originaron y a ninguna de esas variantes se les puede llamar “latín moderno”, porque en realidad todas los son. La expresión de “lengua muerta” aplicada a estos idiomas es en cualquier caso un tanto discutida y falsa.  

No pasa así con otras muchas lenguas, las del segundo caso, a las que se les ha puesto fecha de muerte y casi se les ha hecho el correspondiente certificado de defunción, si me apuran. Son lenguas que han desaparecido simplemente porque fueron perdiendo hablantes hasta que murió el último de ellos. Y como las muertes de personas quedan normalmente registradas, los fallecimientos de esos últimos hablantes sirven para señalar, simbólicamente, la desaparición total de los idiomas que se perdieron con ellos. Los ejemplos son muchos y variados a lo ancho y largo del globo. En esta primera parte hablaremos de dos lenguas de las Islas Británcias con fecha de defunción, aunque parece que tímidamente están “resucitando”: el córnico y el manés. 


CÓRNICO 

El córnico era una lengua celta. Las lenguas celtas que han sobrevivido hasta la era moderna se subdividen en dos grupos el gaélico o goidélico (al cual pertenecen el irlandés, el escocés y el manés –del que hablaremos más adelante) y el grupo britónico, al cual pertenecen el galés, el bretón y el córnico. Este último se hablaba en el condado inglés de Cornualles (en inglés, Cornwall, en córnico, Kernow). A lo largo de su historia se fue viendo paulatinamente sustituido por el inglés y perdiendo hablantes hasta que, según se cree, se extinguió a finales del siglo XVIII. Tradicionalmente se dice que su última hablante nativa fue Dolly Pentreath, una señora que murió en 1777 y cuyas últimas palabras, según la leyenda, fueron Me ne vidn cewsel Sawznek! (“¡Yo nunca hablaré inglés!”). Louis Loucien Bonaparte estableció en 1860 un monumento en su honor en la iglesia del pueblo.


                                                         La región de Cornualles (Inglaterra)


Pero parece que en esto de considerar a la vieja Dolly la última hablante de córnico hay más de leyenda romántica que de verdad, y que hay vestigios y testimonios de hablantes posteriores, como William Bodinar, muerto en 1794 y que, aunque no era hablante nativo, lo aprendió muy bien de niño, o Anne Wallis, fallecida en 1844 o incluso un granjero llamado John Davey muerto en 1891. Parece ser que este último es que tiene todas las papeletas para ser considerado el último hablante tradicional de córnico. 

                                  Retroceso a lo largo del tiempo del territorio donde se hablaba córnico


Durante todo el siglo XX los esfuerzos por recuperar el córnico han sido notables y están dando sus frutos. Hoy en día vuelve a haber hablantes de córnico, se estudia como asignatura optativa en las escuelas y hay un programa de radio semanal en córnico en Radio Cornwall. Existen además diversas asociaciones de protección de la lengua.

Mapa de Cornualles con los principales topónimos en córnico y en inglés 


MANÉS

La isla de Man se encuentra en el Mar de Irlanda. En su organización política es una dependencia de la Corona Británica y el Reino Unido es el responsable de su representación internacional y defensa, pero en todo lo demás goza de un estatus político y jurídico independiente del británico y ni siquiera forma parte del Reino Unido. 

Localización de la isla de Man en las Islas Británicas


En la isla se hablaba manés (en inglés Manx, en manés Gaelg Vanninag). Se trata, como dijimos más arriba, de una lengua celta, pero esta vez dentro del subgrupo gaélico y estrechamente relacionada, por tanto, con el gaélico escocés y con el irlandés. Se supone que el manés es el resultado de la evolución en la isla de la lengua que llevaron las migraciones irlandesas que se produjeron hacia los siglos IV y V d.C. y que presuntamente debieron de propiciar la desaparición de otro idioma anterior del que no hay constancia, pero que sería una lengua britónica (esto es, del otro grupo de las lenguas celtas insulares). Desde las invasiones vikingas del siglo IX hasta el siglo XIII la isla estuvo bajo el control de reyes escandinavos y, nominalmente, era de soberanía noruega, lo cual dejó también su impronta en el manés. A partir del siglo XIV la isla pasó a ser posesión de la corona inglesa, pero el gaélico manés sobrevivió hasta el siglo XVIII y no fue hasta el XIX cuando se notó su declive. En 1831 todavía lo hablaba regularmente el 30% de la población. En 1907 el número de hablantes de manés no llegaba al millar de personas. El último hablante nativo fue un pescador llamado Ned Maddrell, fallecido el 27 de noviembre de 1974 a la provecta edad de 97 años. El interés de algunos ciudadanos maneses y de los filólogos  por preservar esta lengua hizo que Ned adquiriera cierta popularidad, de la cual él disfrutaba, y que se prestara a hacer grabaciones hablándola. En 1948, por ejemplo, grabó estas frases en manés y en inglés. 

Dooyrt Ballooilley rish:
Ballooilley le dijo:
"Vel ny partanyn snaue, Joe?""¿Se arrastran los cangrejos, Joe?"
"Cha nel monney, cha nel monney," dooyrt Joe. "T'ad feer ghoan.""No mucho, no mucho," dijo Joe. "Están muy raros.” 

Este caso no es el único de grabaciones a últimos hablantes de una lengua, como veremos en posts venideros.

Igual que pasaba, como vimos, con Dolly Pentreath y el córnico, la idea de que Ned Maddrell fuera el último hablante nativo de manés no es aceptada universalmente. Los que la rechazan argumentan que, tras años de intentos por preservarla y recuperarla, hoy en día existen niños que tienen el manés como primera lengua  (hecho al que algunos objetan que son “hablantes nativos” de una forma moderna, recuperada y, por tanto, artificial de manés, de forma parecida a lo que ocurre con los jóvenes israelíes y el hebreo). Por otra parte, muchos hablantes nativos de manés no lo usaban públicamente, pues la lengua adquirió cierto estigma social, y es posible que algunos hayan pasado desapercibidos. Existe, por ejemplo, una historia sin confirmar sobre la existencia de un hablante nativo que murió en Chicago en los años 80, unos diez años después de Ned Maddrell.

Sea como fuere, Ned tuvo la suficiente sagacidad como pasar a la historia por un hecho circunstancial: ser el último hablante de una lengua. Y, aunque como hemos visto, el manés se está tratando de recuperar y vuelve a tener hablantes, la fecha de muerte de Maddrell es considerada por muchos la fecha de muerte de esta lengua gaélica. 

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